Una Vida de Obediencia
No hay nada más importante en la vida que seguir las recomendaciones bíblicas para acogernos a las promesas divinas, gozarnos de su cumplimento y recibir la aprobación de nuestro Padre celestial. Predica de Charles Stanley
Una Vida de Obediencia. Predica de Charles Stanley
PASAJE CLAVE: Lucas 24.1-12 | LECTURAS DE APOYO: Josué 1.8 | Salmo 103.19 | Proverbios 3.5-7 | Mateo 7. 24-25 Juan 10.10 | Romanos 8.28 | Gálatas 6.7 | 1 Juan 5.3
Una necesidad constante
Aun sin darnos cuenta, siempre estamos tomando decisiones, ya sean importantes o triviales, a la ligera o después de evaluar las distintas alternativas: o quizá nos dejemos llevar por emociones o basarnos en argumentos lógicos para quedar satisfechos de nuestras conclusiones.
Todo creyente prudente tiene el privilegio de buscar la dirección del Señor antes de tomar cualquier decisión, por insignificante que parezca. Para el efecto, elimina cualquier alternativa que viole las directrices de la Palabra de Dios (Pr 3.5-6).
Después examina las alternativas bajo la iluminación del Espíritu Santo tomando en consideración sus circunstancias, para luego obedecer a Dios y dejar las consecuencias en sus manos. No hay nada más importante en la vida que seguir las recomendaciones bíblicas para acogernos a las promesas divinas, gozarnos de su cumplimento y recibir la aprobación de nuestro Padre celestial (Mt 7.24-25).
Un ejemplo notorio
Después del Pentecostés, la iglesia creció rápidamente en Jerusalén. La Biblia dice que “los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres” (Hch 5.14). Los líderes judíos tuvieron temor de perder el poder y tenían envidia de la influencia de los apóstoles.
Para impedir que el evangelio continuara extendiéndose, los pusieron en la cárcel pública. Pero “un ángel del Señor, abriendo las puertas de la cárcel y sacándolos, dijo:‘Id y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las palabras de esta vida’”. A la mañana siguiente volvieron a predicar y los líderes los reprendieron por no haberlos obedecido, a lo que Pedro y los apóstoles respondieron:“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5.29).
Sembrar y cosechar
En la actualidad, muchos no toman en consideración los efectos que sus acciones puedan tener. Pero, como seguidores de Cristo, nosotros sabemos que todo acto tiene consecuencias para bien o para mal, pues cosechamos lo que sem- bramos, más de lo que sembramos y más tarde de lo que sembramos.
Por una parte, nuestras decisiones determinan la calidad de vida que tengamos.
Por ejemplo, si nuestra alimentación no es adecuada, si dejamos de hacer ejercicio y no descansamos debidamente, tarde o temprano nuestro cuerpo lo resentirá y seremos presa de alguna enfermedad. Por otra, si no administramos bien nuestro dinero y lo derrochamos en lo que nos venga en gana, pronto estaremos en grandes necesidades o con deudas cuantiosas que nos llevarán a la ruina. No podemos pasar por alto cuando menos una norma bíblica, que dice:“...todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gá 6.7).
Requisitos para obedecer a Dios
Todos tenemos bases, o como algunos dicen, un sistema de creencias, que expresa lo que creemos y con el cual hemos llegado a una serie de convicciones firmes que nos sirven de pautas para pensar, así como lo que debemos hacer en toda circunstancia. Esas convicciones deben basarse en la verdad de la enseñanza bíblica y la primera es que debemos creer que Dios es soberano, que Él controla y tiene dominio sobre todo lo que hay y acontece en el universo (Sal 103.19).
Por eso, si no entendemos lo que sucede ni a qué se debe, como creyentes, debemos confiar en que Dios hará que todas las cosas ayuden para nuestro bien (Ro 8.28). Por consiguiente, debemos mezclar nuestra confianza en Él con nuestro amor por Él, pues la Biblia dice que nuestra obediencia demuestra nuestro amor por Él (1 Jn 5.3), no solo cuando sus mandamientos sean convenientes ni deseables.
Al mismo tiempo, debemos escucharlo y cuando oremos no debemos hablar todo el tiempo, sino esforzarnos por escuchar lo que É1 quiera decirnos e indicarnos por medio de su Palabra. No menos importante es reconocer que esa obediencia demanda valentía de nuestra parte, especialmente si nos damos cuenta de que pueda provocar conflicto entre lo que Él nos ordene y lo que nosotros creamos que nos demande la situación. Por eso, debemos estar dispuestos a vivir en sumisión total a Él, de lo contrario no podremos esperar que Él haga que todo ayude para nuestro bien.
Indudablemente el hecho de seguir y obedecer a Dios resulta en grandes recompensas. El Señor prometió a Josué que prosperaría si meditaba en la Palabra de Dios y guardaba e hiciera conforme a todo lo que en ella está escrito (Jos 1.8).
Esta promesa sigue vigente hasta nuestros días, aunque a los ojos del mundo el éxito no consista en ser aprobado por Dios. No obstante, la persona que siga los caminos del Señor logrará experimentar victoria personal, pues tendrá serenidad, calma, paz y gozo como el mundo no podrá otorgársela, pues no importa lo que suceda a su derredor, esa persona tendrá felicidad y vida en abundancia (Jn 10.10).
Al mismo tiempo, no debe sorprendernos que seamos expuestos a sufrimientos, pues muchas veces Él emplea ese medio para que crezcamos en la vida cristiana y nos semeje más a Cristo en obediencia y sumisión a la voluntad de Dios.
Puede haber ocasiones en las que Dios nos demande hacer algo que aparentemente carezca de sentido, desde el punto de vista humano. Por ejemplo, quizá nos demande que hagamos algo que nos parece demasiado difícil, como perdonar alguna ofensa. O insista en que le entreguemos el diezmo aunque estemos atravesando por alguna situación bastante precaria en nuestras finanzas y consideramos que no será posible cumplir con ese cometido.
O puede ser que Él nos indique que le sirvamos más activamente en la iglesia, asumiendo el liderazgo de algún trabajo vital para una tarea en particular. Pero es posible que usted no se imagine que su fidelidad podrá inspirar a otras personas para que se entreguen también a servirle. En cualquier situación, podemos estar seguros que Dios suplirá lo que necesitemos y se glorificará por medio de nuestra obediencia.
CONCLUSIÓN:
Si necesita tomar una decisión importante, no dependa primordialmente de sus razonamientos ni de la opinión de otros, ni en lo que haya dado resultado en el pasado. Doble su rodilla y abra su corazón delante del Señor pidiendo su dirección y apoyo para hacer lo que Él desee.
Tome tiempo para orar y pida a Dios que le ilumine para buscar y entender las porciones bíblicas que el Espíritu Santo le indique. Esfuércese por escuchar su voz y luego siga sus directrices. Obedezca a Dios y deje las consecuencias en sus manos. Si aplica este principio podrá ver lo que el Señor hará en y por medio de usted.