Un Nuevo Mandamiento de Dios
Quiso el Autor de la fe cristiana, que el sello de Su discipulado fuera el amor: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. Predica de Juan 13:34-35
UN NUEVO MANDAMIENTO DE DIOS
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. / En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.” San Juan 13:34,35
¿Cómo puedo darme cuenta que alguien sigue a tal o cual líder, a tal o cual maestro? Por su actuación. En el caso de los cristianos, se aplica la misma regla. El que actúa como el Maestro es un verdadero discípulo. De lo contrario, caben muchas dudas que así sea.
Tal vez es un admirador de la doctrina de Jesús, como sistema de razonamiento, o cree ser un fiel seguidor de Él, o bien es alguien que se está esforzando en imitarle y todavía no ha experimentado en si mismo la Persona del Salvador y Señor.
Quiso el Autor de la fe cristiana, que el sello de Su discipulado fuera el amor: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” No es la liturgia, la forma de los templos, la declaración de fe o credo; no es el catecismo, el tipo de gobierno eclesial, el sacerdocio o el pastorado, no es la doctrina ni el dogma, lo que distingue al discípulo de Jesucristo, sino sencilla y definitivamente el amor.
Y como para que se manifieste el amor es preciso que exista interacción entre personas, entonces surge la Iglesia, la comunidad cristiana, una “común unidad” que experimenta el amor, tal como lo enseña Jesús. La Iglesia cristiana debe identificarse, más que por su letrero en la puerta del templo, por el “amor los unos con los otros.”
Seguramente usted conoce los 10 Mandamientos, entregados por Dios a Moisés en el monte Sinaí aproximadamente 1.250 años antes de Jesucristo. Estos diez Mandamientos los resumió el Señor en dos: Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo (San Marcos 12:29,30). En el texto que examinamos hoy, el Maestro nos lleva un paso adelante, dándonos un nuevo mandamiento, que nos amemos los cristianos unos a otros, siguiendo su ejemplo:
“como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” No es cosa fácil este nuevo mandato de Dios, el que implica deponer todo egoísmo, interés personal y amor propio, por el bien del hermano. Es evidente que para su cumplimiento necesitamos algo más que nuestra buena voluntad de imitar al Maestro, requerimos de Su Espíritu, de Su Persona viviendo en nosotros.
Los 10 Mandamientos fueron entregados en el régimen del Antiguo Pacto o Testamento. El “mandamiento nuevo” lo entregó Jesucristo en el régimen del Nuevo Pacto, el cual se estableció por medio de Su sacrificio en la cruz.
Recordemos las palabras de Jesús, la noche que celebró la última cena con sus discípulos: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.” (1 Corintios 11:25) El Antiguo Pacto estableció mandamientos que el hombre debía cumplir por sí mismo, sin la ayuda de Dios.
En cambio en el Nuevo Pacto, todo lo que Dios exige del hombre, el discípulo lo realizará con el auxilio del Espíritu Santo. Este Espíritu le dará el amor suficiente para cumplir el mandamiento de Jesús: “Que os améis unos a otros”