Pon Tu Esperanza en Jesús
¡Oh, cuán grande es a veces la tentación a desesperarnos! Nuestras almas llegan a deprimirse de tal manera que la fe se tambalea bajo las duras pruebas que nos vienen, especialmente durante tiempos de duelo y sufrimiento.
Pon Tu Esperanza en Jesús. Mensaje de Dios.
«Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del SEÑOR en esta tierra de los vivientes. "Pon tu esperanza en el SEÑOR; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el SEÑOR!" (Salmos 27:13–14).
¡Oh, cuán grande es a veces la tentación a desesperarnos! Nuestras almas llegan a deprimirse de tal manera que la fe se tambalea bajo las duras pruebas que nos vienen, especialmente durante tiempos de duelo y sufrimiento.
Podemos llegar a decir: «¡Ya no puedo más! Estoy al borde de la desesperación por esta prueba que Dios ha permitido. Él me dice que no me desespere, pero ¿qué se supone que debo hacer bajo estas condiciones?».
¿Qué ha hecho en el pasado cuando se ha sentido débil físicamente? Quizás no hizo nada. Quizá dejó de hacer. En su debilidad, quizá descansó en el hombro de un ser querido más fuerte que usted.
¿Qué ha hecho en el pasado cuando se ha sentido débil físicamente? Quizás no hizo nada. Quizá dejó de hacer. En su debilidad, quizá descansó en el hombro de un ser querido más fuerte que usted.
Lo mismo ocurre cuando se siente tentado a desesperarse bajo aflicciones espirituales. Una vez que ha llegado cerca del punto de desesperación, el mensaje de Dios no es:
«Sé fuerte y valiente» (Josué 1:6), porque él sabe que su fuerza y su valentía han salido huyendo; en lugar de eso, le dice dulcemente: «Quédate quieto, reconoce que yo soy Dios» (ver Salmos 46:10).
Hudson Taylor se sentía tan débil y achacoso los últimos meses de su vida, que le dijo a un amigo: «Me siento tan débil que no puedo escribir. No puedo leer mi Biblia.
Y ni siquiera puedo orar. Todo lo que puedo hacer es quedarme quieto en los brazos de Dios como un bebé, confiando en él». Este extraordinario hombre de Dios, que había tenido un tremendo poder espiritual, llegó al punto de sufrir físicamente y, en su debilidad, no pudo hacer otra cosa que quedarse quieto y confiar.
Eso es todo lo que Dios pide de usted como su hijo amado. Cuando se sienta débil por los duros fuegos de la aflicción, no trate de «ser fuerte». Solo «quédese quieto y reconozca que él es Dios».
Y sepa que él le sustentará y le hará pasar a través del fuego. Dios reserva su mejor medicina para nuestros tiempos de profunda desesperación. —Seleccionado