Experimentando el Gozo y el Amor de Jesus
Jesús se propone que usted experimente el gozo y la reconfortante paz de su presencia en el centro de su vida. Desea ser más que otro volumen en su enciclopedia de hechos bíblicos.
Como cualquier otro, leía mucho acerca de él y lo veía innumerables veces en fotos y en la televisión. Seguía su carrera política con un poco más de interés.
Es más, voté por él. Si alguien me hubiera preguntado si sabía mucho de él, podría más bien iniciar una extensa descripción de sus antecedentes, su filosofía política y sus métodos. Sin embargo, esto era diferente. Estaba a punto de experimentarlo de verdad, personalmente.
Me sentí sereno mientras caminaba por el gran vestíbulo de nuestra casa presidencial. Estos son en verdad los pasillos del poder, me dije. Detrás de esas puertas cerradas, en esta misma casa, se declararon las guerras, se hizo la historia.
Me vi sentado en la primera fila del cuarto. La pequeña reunión guardó silencio mientras una voz imponente anunció: “Damas y caballeros, el Presidente de los Estados Unidos”. Nos pusimos de pie mientras él caminaba con energía y ocupaba su lugar en una pequeña plataforma. No le podía quitar los ojos. Estaba en su presencia y me sentía interesado por cada movimiento que hacía.
Más tarde, en una muy breve conversación, estaba sorprendido por cuán ocupado parecía. ¡Si solo por un momento, me mirara a los ojos y me prestara atención! Francamente, considerando que experimenté la realidad de su presencia, nunca vería a nuestro Presidente de la misma manera otra vez. Me fui con el deseo de conocerlo mejor.
Esto es similar en su relación con Jesús: Puede estar satisfecho de simplemente saber acerca de Él, o puede establecer una experiencia con Jesús. Solo tiene que hacer la decisión. Y esta decisión determina la diferencia entre la religión como de costumbre o la satisfacción de relacionarse con Jesús, el único por el que fuimos creados para disfrutar.
Más que un simple conocimiento
Todos sabemos quién es Jesús. ¿Cierto? En los últimos dos mil años, ningún otro individuo ha recibido tal respeto, tal honor. Toda nuestra civilización occidental, desde sus leyes hasta sus éticas, ha estado marcada y modelada por su enseñanza.
Por más de dos milenios, las grandes obras de arte de la historia se han centrado en su vida, muerte y resurrección. Las perdurables obras maestras musicales han celebrado su valía y gloria.
Sin embargo, para esos que personalmente han aceptado la liberadora realidad de su perdón de pecado y esperanza de eternidad, Jesús es muchísimo más. O... al menos, debe serlo.
Predicamos y enseñamos acerca de Jesús y su forma de vivir; contamos sus historias de corazón; lo alabamos en adoración; y lo servimos con entusiasmo.
Sin embargo, por debajo de todo (si somos en verdad ingenuos), hay una sensación que nos atormenta de que habría algo... bueno, más que esta relación.
¿Por qué a menudo lo sentimos tan lejano? ¿Tan histórico? ¿Tan relacionado con la iglesia? ¿Tan distinto? La distancia entre conocerlo a Él y conocer acerca de Él es vasta.
Y el espacio entre esas dos experiencias separa a los espectadores de los participantes íntimos.
Sin embargo, por muy impresionante que quizá sea su conocimiento acerca de Jesús, la desafortunada realidad es que la mayoría de nosotros nos detenemos allí.
Al parecer satisfechos de que el conocimiento acerca de Jesús es suficiente, no tenemos ni idea de que hay más. Y mucho más.
El pensamiento de una profunda riqueza esperando por esos que van más allá del conocimiento acerca de Jesús se escapa de nosotros o, peor aun, lo han exiliado a las vagas regiones del deseoso pensador religioso. Si esa es su historia, prepárese.
Todavía no ha llegado lo mejor.
Jesús se propone que usted experimente el gozo y la reconfortante paz de su presencia en el centro de su vida.
Desea ser más que otro volumen en su enciclopedia de hechos bíblicos.
No murió por usted simplemente para conseguir un trato que garantice el cielo.
Murió para hacerlo suyo y concederle el indecible privilegio de experimentarlo personalmente.
Como Pablo les escribió a los primeros seguidores de Jesús... “Fiel es Dios, quien los ha llamado a tener comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor”. 1ª. Corintios 1:9
Y considere esta invitación que Jesús extiende a todos:
”Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo”. Apocalipsis 3:20
Esto es incomparablemente mejor que una invitación a la Casa Blanca. El Dios eterno del universo nos llamó a entrar en el compañerismo, la amistad, la camaradería, la comunicación estrecha con su Hijo.
Jesús nunca pretendió comunicarse solo con su cabeza; vive para conectarse con todo su ser. Es más, nos envió el Espíritu Santo para hacer posible la total conexión, y nos da su Palabra para mostrarnos el camino.
E independientemente de quién sea usted o cómo decidió vivir su vida, puede conocer el gozo de su presencia. De cerca y personal.
El estudio bíblico regular y el desarrollo de una vida de oración son indispensables, pero hay mucho más para una experiencia personal con Jesús:
- Se trata de un profundo y permanente sentido de su cercanía en el peregrinaje.
- Se trata de una inconmovible seguridad que solo es capaz de dar su permanente presencia.
- Se trata del valor en vista de intimidadores encuentros.
- Se trata de una intimidad que capacita su espíritu para comunicarse con Él, en cualquier lugar.
- Se trata de reunirse con Él en lugares que quizás nunca soñó...