«Al único… que puede guardarlos para que no caigan, y establecerlos sin tacha y con gran alegría ante su gloriosa presencia»
Judas 24
Tome la palabra, guárdela y manténgala cerca de su corazón esta noche y mañana. Es uno de los grandes y magníficos mensajes del evangelio: «Él es poderoso para guardarnos sin caída». Esa palabra encierra toda la debilidad, toda la indignidad, toda la pecaminosidad que ha tenido el hombre desde la caída; sin embargo, él es poderoso para guardarnos.
Él no subestima la desventaja de guardar a todos cuando ordena a sus mensajeros que digan que él es «el que puede guardarlos para que no caigan». Sería imposible, totalmente imposible, si no fuera ejecutado por el amor infinito. Así que aparte la mirada y vea hacia arriba.
No mire «la profundidad», la vasta profundidad de su debilidad, quizás de su debilidad misteriosamente heredada; mire hacia arriba.
Aparte la mirada de su fracaso bajo la tentación, interna y externa, heredada por decirlo así, de usted mismo, de su propia infidelidad en el pasado. Aparte la mirada de sus propósitos arruinados; mírelo a él.
Siendo él el guardador de Israel, el Dios de las promesas, el Señor del sacrificio, el Príncipe de vida, el Salvador presente, el poder que mora dentro de nosotros, es el que puede guardarlo a usted, para que los pies suyos no resbalen.
Estarán «en lugar espacioso»; se mantendrán en caminos rectos, hasta que al fin entren, paso a paso, porque es un paso a la vez aun entonces, «por las puertas de la ciudad».
«Nunca permitirá que tus pies resbalen».
—Rvdo. H. C. O. Moule, D.D.