«Pues aquí no tenemos una ciudad permanente, sino que buscamos la ciudad venidera»
Hebreos 13:14
El señor Rothschild era el hombre más rico del mundo, pero vivió y murió en una casa sin terminar. Ese hombre tenía el poder de atemorizar a una nación si pedía oro. Sin embargo, una de las cornisas de su casa nunca se terminó a propósito para dar testimonio de que él era un peregrino en la tierra.
Él era judío ortodoxo y, de acuerdo al Talmud, la casa de todo judío debe estar incompleta. La cornisa sin terminar dice: «Con todo lo hermoso que es, este no es mi hogar; estoy buscando una ciudad».
Amado, ¿aparece en su vida alguna cornisa sin terminar? ¿Sabe usted que es extranjero como lo fueron nuestros padres? Señor, te bendecimos porque esta vida es un peregrinaje; porque la tierra no es nuestra morada; porque cada día nos acerca más a nuestro hogar en la ciudad de Dios y porque estás dispuesto a ser nuestro compañero en cada paso de la marcha por el desierto. ¿Soy peregrino o vagabundo? Alma mía, edifica mansiones más majestuosas.