«Aunque… se acrisola al fuego»
1 Pedro 1:7
- «¿Qué hace que este juego de porcelana sea mucho más costoso que aquel?», preguntó el comprador.
- «Hubo que trabajarlo más. Se puso en el fuego dos veces. Vea, en este las flores están en una banda amarilla; en ese están sobre un fondo blanco. Este hubo que ponerlo en el fuego por segunda vez para lograr el diseño».
- «¿Por qué el dibujo en esta vasija está tan borroso, desfigurado, y no se ve el diseño con claridad?».
- «Porque esa no estuvo en el fuego lo suficiente. Si hubiera estado más tiempo en el horno, el fondo oscuro se hubiera convertido en dorado, dorado deslumbrante, y el dibujo se hubiera destacado de una manera clara y definida».
Quizás algunos de los que parecen haber tenido más sufrimiento y desilusiones de lo que les tocaba, como la porcelana costosa, están recibiendo pruebas dobles en el fuego para que puedan ser más valiosos en el servicio del Maestro.
«El alfarero nunca ve que su barro adquiere ricos matices de plata, o rojo, o crema, o café, o amarillo, hasta después de la oscuridad y la cocción del horno. Estos colores vienen después de la cocción y la oscuridad.
El barro es hermoso, después de la cocción y la oscuridad. El jarrón es posible, después de la cocción y la oscuridad. «¡Qué universal es esta ley de la vida!
¿Dónde obtuvieron el hombre más valiente y la mujer más pura que usted conoce su carácter emblanquecido? ¿No lo obtuvieron como el barro obtiene su belleza, después de la oscuridad y la cocción del horno? ¿Dónde obtuvo Savonarola su elocuencia? En la oscuridad y la cocción del horno donde Dios le reveló cosas profundas. ¿Dónde obtuvo Stradivarius sus violines? ¿Dónde obtuvo Ticiano su color? ¿Dónde obtuvo Miguel Ángel su mármol? ¿Dónde obtuvo Mozart su música, Chesterton su poesía y Jeremías sus sermones? Los obtuvieron donde el barro obtiene su gloria y su resplandor: en la oscuridad y la cocción del horno». —Robert G. Lee