El Soldado Cristiano
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Efe. 6: 11.
El Señor obrará por medio de cada sincero y ferviente soldado de la cruz. Pero nadie puede ser un buen soldado si piensa que debe trabajar independientemente de sus colaboradores, y considera que su propio juicio es el mejor. Los obreros de Dios se deben amalgamar; cada cual debe suplir las faltas de los demás. . .
¿Estamos haciendo los preparativos necesarios para resistir las artimañas del enemigo? ¿Percibimos el sagrado carácter de la obra de Dios y la necesidad de velar por las almas como quienes tenemos que dar cuenta? Debemos estar vigilantes.
"Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz" (Rom. 13: 11, 12).
¿Estamos aprendiendo a renunciar a nuestros propios deseos? ¿O consultamos tanto al yo que al trabajar con nuestros hermanos consideramos que nuestro propio juicio es el mejor? ¡Dios no quiera que permitamos que la suficiencia propia impida que recibamos las bendiciones que Dios concede al manso y al humilde!
Los que verdaderamente glorifiquen a Dios esconderán el yo en Cristo, regocijándose si Dios puede ser glorificado por las labores de los que están relacionados con él. Nadie puede triunfar en la obra de Dios si tiene tan alto concepto de sí mismo. A medida que pasa el tiempo, su sentimiento de superioridad crecerá, y pronto llegara a la conclusión de que no debe colaborar con sus hermanos. . .
Alejemos de nosotros todo sentimiento de exaltación propia. Preparémonos para ser buenos soldados de la cruz al aprender la lección que Cristo dio cuando dijo: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mat. 11: 29).
Quien haya aplastado todo anhelo de reconocimiento propio será seguramente reconocido por lo desinteresado de sus acciones. A fin de ayudar a alentar a otros, estará dispuesto a dejar a un lado sus propios deseos, siendo todo para todos los hombres con el fin de ver si de alguna manera puede salvar a algunos. Tal hombre será un noble dirigente del ejército de Cristo.