«Prepárate para subir mañana a la cumbre del monte Sinaí, y presentarte allí ante mí» (Éxodo 34:2).
La «mañana» es el tiempo que he separado para mi encuentro con el Señor.
La mañana, palabra que en sí misma se asemeja a un racimo de deliciosas uvas prontas a convertirse en vino sagrado para beberlo. ¡En la mañana! Aquí es cuando Dios me ve en mi mejor momento en fuerza y esperanza para iniciar mi diario ascenso, no en debilidad sino en poder.
Anoche sepulté la fatiga del día de ayer y esta mañana me aprovisioné de una nueva cuota de energía.
Bendito el día cuando se santifica la mañana, ¡se aparta para Dios! ¡Exitoso es el día cuando la primera victoria se gana sobre las rodillas! ¡Santo es el día cuando el desaliento me encuentra en las más altas cumbres con Dios!
Querido Padre: vengo para encontrarme contigo. Nada podrá alejarme de tus santas alturas. A tu llamado vengo porque tengo la seguridad de que me encontraré contigo.
Cada mañana en la montaña comenzará tan bien que me dará fuerzas y alegría por el resto del día.
La Biblia es el conjunto de libros canónicos del judaísmo y el cristianismo. La Biblia es la Palabra de Dios, escrita por hombres inspirados por el Espíritu santo
