«—Ya no me llamen Noemí —repuso ella—. Llámenme Mara, porque el Todopoderoso ha colmado mi vida de amargura.
Me fui con las manos llenas,
pero el SEÑOR me ha hecho volver sin nada.
¿Por qué me llaman Noemí
si me ha afligido el SEÑOR,
si me ha hecho desdichada el Todopoderoso?» (Rut 1:20–21).
En la prueba tenemos que honrar al Señor; precisamente en medio de la situación que nos aflige. Y aun cuando hay ejemplos donde Dios no permitió a sus santos sentir el fuego, por lo general el fuego causa dolor. (Noemí sintió el dolor del fuego durante sus problemas, pero llegó el día en que se dio cuenta de que Dios usó esos problemas para bendecirla. Ver Rut 4:14–16.)
Es precisamente allí, en el calor de las llamas, donde tenemos que glorificarle. Lo hacemos al ejercer una fe perfecta en su bondad y amor que han permitido que esta prueba venga a nosotros. Aun más, tenemos que creer que del fuego surgirá algo mucho más digno de alabarlo que nunca antes hemos experimentado…
Una persona tiene tanta fe como la que demuestra en tiempos de tribulación. Los tres jóvenes que fueron lanzados al horno de fuego salieron tal como habían entrado, excepto por las cuerdas con las que los habían amarrado (ver Daniel 3:25, 27). ¡Con cuánta frecuencia Dios quita nuestros grilletes en el horno de la aflicción!
…Este es el auténtico triunfo: triunfo sobre la enfermedad, triunfo sobre la muerte y triunfo sobre otras circunstancias adversas. Créame: hay un poder que puede hacernos victoriosos en el conflicto.
Hay alturas que podemos alcanzar desde donde podemos mirar atrás al camino por el cual hemos andado y cantar nuestra canción de triunfo a este lado del cielo… El triunfo de Jesús se concretó en su humillación. Y quizás nuestro triunfo se manifestará a través de lo que otros ven como humillación.
La Biblia es el conjunto de libros canónicos del judaísmo y el cristianismo. La Biblia es la Palabra de Dios, escrita por hombres inspirados por el Espíritu santo
