«Y, en efecto, el faraón se enteró de lo sucedido y trató de matar a Moisés; pero Moisés huyó del faraón y se fue a la tierra de Madián, donde se quedó a vivir junto al pozo.
El sacerdote de Madián tenía siete hijas, las cuales solían ir a sacar agua para llenar los abrevaderos y dar de beber a las ovejas de su padre. Pero los pastores llegaban y las echaban de allí. Un día, Moisés intervino en favor de ellas: las puso a salvo de los pastores y dio de beber a sus ovejas. Cuando las muchachas volvieron a la casa de Reuel, su padre, éste les preguntó:
—¿Por qué volvieron hoy tan temprano?
—Porque un egipcio nos libró de los pastores —le respondieron—. ¡Hasta nos sacó el agua del pozo y dio de beber al rebaño!
—¿Y dónde está ese hombre? —les contestó—. ¿Por qué lo dejaron solo? ¡Invítenlo a comer!
Moisés convino en quedarse a vivir en casa de aquel hombre, quien le dio por esposa a su hija Séfora. Ella tuvo un hijo, y Moisés le puso por nombre Guersón, pues razonó: “Soy un extranjero en tierra extraña”» (Éxodo 2:15–22).
«Pasados cuarenta años, se le apareció un ángel en el desierto cercano al monte Sinaí, en las llamas de una zarza que ardía» (Hechos 7:30).
A menudo, el Señor nos aparta de nuestro trabajo por un tiempo determinado y nos pide quedarnos tranquilos y aprender antes de volver al ministerio.
Y las horas que pasamos en espera no son tiempo perdido.
En cierta ocasión, un antiguo caballero se dio cuenta, mientras huía de sus enemigos, que era necesario cambiarle una herradura a su caballo. Lo que las circunstancias aconsejaban era seguir corriendo sin demora.
Pero una sabiduría superior le dijo que se detuviera por unos minutos en el taller de un herrero que estaba a la vera del camino. Aunque escuchaba el ruido de los cascos de los caballos de los enemigos que se acercaban, esperó hasta que su corcel tuvo su herradura nueva.
Cuando el enemigo apareció, saltó a la silla y corrió, alejándose con la rapidez del viento. Entonces se dio cuenta de que su detención había apresurado su escape.
A menudo, Dios nos pide que nos detengamos antes de seguir y al hacerlo, podremos recuperarnos del desgaste de nuestra última misión antes de entrar en la siguiente.
—Days of Heaven upon Earth