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Perseverando en la Oración | 1 Crónicas 17:23–24

A menudo pedimos algo que Dios no ha prometido específicamente; por lo tanto, no estamos seguros de si nuestras peticiones están en línea con sus propósitos hasta que hayamos perseverado por algún tiempo en oración. Lea el Evangelio del día en 1 Crónicas 17:23-24



«Y ahora, SEÑOR, mantén para siempre la promesa que le has hecho a tu siervo y a su dinastía. Cumple tu palabra para que tu nombre permanezca y sea exaltado por siempre, y para que todos digan:

“¡El SEÑOR Todopoderoso es el Dios de Israel!” Entonces la dinastía de tu siervo David quedará establecida en tu presencia» (1 Crónicas 17:23–24).

Orar para que Dios cumpla sus promesas es uno de los aspectos más bendecidos de la oración genuina. A menudo pedimos algo que Dios no ha prometido específicamente; por lo tanto, no estamos seguros de si nuestras peticiones están en línea con sus propósitos hasta que hayamos perseverado por algún tiempo en oración.

Sin embargo, en algunas ocasiones, y esto fue lo que ocurrió en la vida de David, estamos completamente persuadidos de que lo que estamos pidiendo está en concordancia con la voluntad de Dios.

Nos sentimos impulsados a seleccionar y a reclamar una promesa, convencidos de que tiene un mensaje para nosotros. En ese momento, podemos decir con toda nuestra fe: «Cumple lo que has prometido».

Casi ninguna situación podría ser más hermosa, fuerte o segura que aquella de poner el dedo índice en una de las promesas de la Palabra divina de Dios y luego reclamarla.

Hacerlo no requiere ni ansiedad ni lucha, sino simplemente presentar el cheque en ventanilla y hacerlo efectivo. Es tan simple como la producción de la promesa y pedir su cumplimiento.

Tampoco habrá ninguna duda o nubosidad sobre la solicitud. Si todas las peticiones fueran así de definitivas, habría mucho más interés en orar. Es mucho mejor pedir unas pocas cosas específicas que hacer veinte solicitudes vagas.
—F. B. Meyer





Foto de La Biblia

La Biblia

La Biblia es el conjunto de libros canónicos del judaísmo y el cristianismo. La Biblia es la Palabra de Dios, escrita por hombres inspirados por el Espíritu santo

Perseverando en la Oración
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