«Has sometido a tu pueblo a duras pruebas; nos diste a beber un vino embriagador» (Salmos 60:3).
Siempre me ha agradado que el salmista dijera a Dios que ciertas épocas de la vida son desesperadas y difíciles. No nos equivoquemos al respecto: hay cosas difíciles en la vida.
Este verano alguien me regaló unas hermosas flores de color rosado. Al recibirlas, le pregunté: «¿Qué clase de flores son estas?». Y la respuesta que recibí fue: «Son flores de las rocas.
Crecen y florecen sobre rocas donde no es posible ver tierra». Entonces pensé en las flores de Dios que crecen en tiempos de desesperación y en lugares hostiles, y de alguna manera sentí que él debe de tener cierto cariño por sus «flores de roca» que quizás no tenga por sus lirios y sus rosas.
—Margaret Bottome
Las pruebas de la vida nos son enviadas para formarnos, no para destruirnos. Una crisis financiera puede destruir el negocio de alguien, pero fortalecer su carácter. Y un soplo directo al ser exterior puede ser la más grande bendición para el ser interior.
Así, si Dios coloca o permite alguna dificultad en nuestras vidas, podemos estar seguros de que el verdadero peligro o el problema estará en lo que habremos perdido si huimos o nos rebelamos contra ella.
—Malthie D. Babcock